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23 de mayo de 2011

Las Médulas

Viernes 20:
Comienza el fin de semana, a mediodía. A eso de las 4 de la tarde salimos de Béjar rumbo a Espinoso de Compludo Iván y Sandra en un coche y Paco, Maite, Samuel y servidor en otro. Un poco después saldrán Iván I., Leire y Roberto "Triana". Desde Salamanca salen Rubén y Olga. Llegamos sin problemas al destino, no sin antes perdernos el TomTom pasado Ponferrada (no podía ser de otra manera), donde ya nos están esperando Antonio y familia.
Vamos haciendo un poco de tiempo en lo que llega el resto de la gente, unos desde Madrid y otros desde Toledo para juntarnos en una de las casas, juntar lo que ha llevado cada uno para la cena y dar cuenta de ello. Por la mañana hemos quedado con Angel a las 10 en Ponferrada, así que no trasnochamos.

Sábado 21:
Toque de diana, no demasiado pronto, aunque no todo el mundo opina lo mismo. Después de desayunar nos dirigimos a casa de Angel, donde dejamos las bicis y vamos a visitar el Castillo templario de Ponferrada; se nos va toda la mañana en ello, y como está reservada la comida nos dirigimos al restaurante pillados de tiempo para comer, camino de Las Médulas. Hemos tenido que dejar la compra para la barbacoa de la cena para después de la ruta.
Una comida abundante y muy rica, con embutidos caseros de entrada, lacón con pimientos asados, carne o pescado, y postre. Excelente.
Nos dirigimos a Las Médulas, donde hacemos un poco de tiempo para que lleguen Sandra e Iván, que no nos han acompañado por la mañana, y empezar la ruta; unos la harán andando y otros en bici, pero se truncan los planes, pues cuando vamos a comenzar empieza a ponerse feo, de tormenta. Nos arriesgamos y hacemos la ruta, pero no la que estaba prevista por culpa de la lluvia, así que Angel nos lleva por los senderos de Las Médulas. Tenemos suerte, no sólo por ver paisajes y sendas que seguro que la mayoría de la gente no ve porque se quedan en el mismo mirador, sino porque conseguimos esquivar la tormenta, no así los que han querido andar, que se han tenido que resguardar en los coches en el aparcamiento debido al aguacero.
Cuando volvemos de la ruta nos esperan Maite y Samuel. El resto de la gente ha vuelto antes para hacer la compra e ir preparando la barbacoa, que finalmente resulta espléndida, con abundante comida y terminando con una tarta que ha hecho Raquel, de galletas, crema pastelera y chocolate: Mmmmmm.

Domingo 22:
Hemos quedado a las 8 de la mañana con Angel para comenzar la ruta, así que toca madrugar. La jornada se presenta dura, por sendas espectaculares, entre montes también preciosos que no recuerdan a nuestras Hurdes o Quilamas. Somos un grupo relativamente numeroso, por lo que el ritmo no es muy elevado, de forma que se nos empieza a echar la hora encima (tenemos la comida reservada a las 3), así que tras alcanzar el punto de no retorno donde nos dividimos: unos se dirigen ya al pueblo mientras otros seguimos la marcha, nos vemos obligados a ir recortando la ruta original trazada por Angel. Aún así llegamos hacia las 3 y media, por lo que nos dirigimos a comer sin ducharnos: un botillo con su cocido excelente, una comida potente, tal vez algo pesada (algo más para unos que para otros), pero que tras la paliza de la mañana nos sirve para reponer fuerzas.
Sólo nos queda recoger, hacer las maletas y emprender el camino de vuelta, cada uno a su casa.

Muchas gracias a Angel, que nos ha organizado de forma perfecta un fin de semana inolvidable. Seguro que no sabremos valorar en su justa medida todo el trabajo previo, pues no es fácil organizar algo para tanta gente y que salga todo sin problemas. Si te decides a hacernos una visita a nuestra tierra esperamos estar a la altura; has dejado el listón bastante alto.

MGJ.

2 comentarios:

  1. Excelente crónica Mario! Te ha faltado mencionar el "temple" con el que Ángel ha sabido aguantar al cascarrabias de Paco... y lo bien que aguantaba mi hermano la respiración cuando pasaba por las ortigas, jejeje

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  2. Gracias. Cierto, al final tuvo mucha paciencia con nosotros Angel.

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